lunes, 26 de octubre de 2020

REJAS QUE SON PRIMORES



Hay Casas célebres por su recargada decoración.

Apabulla mirarlas, pero el ojo inquieto, busca detalles, en general los descubre, así la primera impresión se diluye. Una conserva un puzzle de genialidades y en medio, pierde la referencia de que menos es más.

Prefiero las casas sobrias, claro que años trabajando con al Art Nouveau, curiosamente estilo que nunca me convenció, la pureza y el minimalismo son los grandes postergados.

El año pasado, buscando en Barracas una dirección, me acerqué a dos señoras, que amablemente me informaron. La conversación tuvo lugar frente a una casa cualquiera, hasta el momento en que vi de refilón una reja.

 

 


El edificio está en el 617 de la calle Herrera. Miré hasta donde alcanzaba mi vista y sólo distinguí un balcón y unas ménsulas, que fueron más que suficientes para saber que esa casa, era un broche de diamantes sobre un vestido negro.

 

 

Tomé las fotos. Me hubiera gustado mirar el edificio en perspectiva, pero el tránsito velocísimo de la Av. Herrera, me lo impidió.                

 Las olvidé entre tantas que conservo y recién di con ellas. 

Decidí subirlas al blog, busqué el aspecto de la fachada en Goggle y me di cuenta, que debería ir otra vez con un zoom potente.

 

 

                  La imagen pertenece  a GOOGLE, mayo 2019

El remate, me recordó una casa que tomé en la calle Solís, hace años, con mi celular. Cuando un par de meses más tarde fui con la cámara, ya no estaba. No hay que perder la oportunidad, la ciudad no espera.

Creo que las rejas son maravillosas,  la piedra preciosa central. Las ménsulas, estupendas, acompañan con toda dignidad.

 

© Ana di Cesare

*Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de sus autores.
Mis fotos fueron tomadas el 3 de agosto del 2019.

 26 de octubre de 2020 ( en el año de la Pandemia)

 





domingo, 25 de octubre de 2020

LA GUIRNALDA SUPERSTITE - Constitución 4044/46

 


Tenemos aquí una casa de una planta sobre elevada, con una decoración bellísima. Sobre el ventanal que remata en un arco de medio punto, hay  una guirnalda de rosas, tan bien hecha que una desearía acercarse para sentir su aroma. 

Sorprendentemente, se conserva completa, en medio de la destrucción del resto de los ornamentos, salvo, un afectado y sorprendente adorno, en un recuadro de  su ángulo superior oeste.

 


 

Pero mejor comenzar por el principio.

Estamos frente a una casa, cuya fachada es una muestra de lo que los frentistas podían crear y materializar en los primeros años del siglo XX, incluso las que no se levantaban para comitentes acaudalados. Así como lo que el tiempo y el descuido hacen con lo que debió protegerse.




Como casi todas las casas antiguas de este rincón NO de Boedo, está construida a 1,70 metros de altura, o algo más,  sobre el nivel de la vereda. Esa característica es para estas viviendas un valor agregado, porque protege la intimidad de la sala del frente del ojo fisgón. 

Que la edificación corresponde al art Nouveau, no hay duda, sin embargo las pequeñas y angostas puertas de madera, abren un interrogante. ¿Habría una casita italianizante, que se modernizó y a la que se decidió no colocar los inmensos y costosos portones de hierro forjado,  de dos hojas típicos del estilo de marras? Los que seguimos disfrutando en casi todas las art Nouveau de Buenos Aires.

 


 

Encontramos las señales de una mala adaptación del italianizante al arte Nouveau y de éste al Art Deco, por todos los barrios de la Ciudad. Sobran en Boedo casas a caballo entre estilos, no por confusión del constructor, sino por veleidades del propietario, que constituía una burguesía incipiente, que anhelaba, justamente por eso, mostrar que podía tener una residencia a la moda.

Recordemos  que en éste barrio los solares eran muy buscados, en aquellos primeros años del siglo XX, a causa del tranvía.  Así que bien pudo ser una casa a los que sus moradores refaccionaran para seguir los dictados de la moda arquitectónica. 

Esa fachada debió costar lo suyo. Los frentistas merecían un excelente pago, no sólo la guirnalda de rosas, sino una innumerable lista de detalles ornamentales realzaban esa casa.

Ahora, en medio de las restricciones sociales que impone la pandemia, podemos historiarla apenas desde 1977, a través de las imágenes con las que cuento. 

La primera foto de la que disponemos es de ese año.

Desde fines de 2019, quizás desde algo antes,  el frente contaba con dos puertas, la próxima al costado Este, en funcionamiento. La contigua hacia el Oeste,  anulada completamente.

 


Pero en 1997, la puerta a nuestra derecha, estaba tapiada hasta la mitad y por debajo, aparecía una puertecita para hobbits de dos hojas, que permitía el ingreso a ¿un sótano?. 

 

                                             Catastro - 5 de septiembre de 1997

No era el único acceso al subsuelo, debajo del ventanal se abría una segunda puertecita y; casi sobre el límite de la casa vecina una tercera. Ubicadas todas con simetría. 

 


 

Sabemos que la casa carece de sótano. Pudo pasar que al edificarla, se bajara la tierra del basamento a nivel de la vereda o más profundamente;  lo que no constituiría un sótano, pero sí un buen espacio de almacenamiento. Incluso de trabajo para alguien que pudiera hacerlo sentado, una costurera, una bordadora,  estando en la zona de las grandes fábricas de calzado, para un obrero de esa industria que trabajara desde la casa.

Cierto que catastro no lo menciona, tampoco  habla de subdivisión, lo que no es extraño.

El solar mide  8,66 metros de frente por más de 35,50 metros de fondo. Esa superficie fue construida en casi su totalidad, apenas se dejaron 16 m2 sin techar.

Ese detalle,  lleva a pensar que se trató de un PH al frente con entrada propia -la que se encuentra tapiada- flanqueada por un pasillo, al que se accedería por la puerta que aún se conserva, que conduciría  a otras unidades funcionales. No muchas, porque la superficie descubierta no permitiría más de 10 metros de pasillo.

Es posible que en un momento antes de 1997 las propiedades se unificaran o, se creara un ingreso por el pasillo lateral. Como estamos ocupados en el tema de conservación, eso carece de importancia.

¿En qué estado estaba la propiedad, que muestra las huellas de los ornatos perdidos?

Para el año que tratamos, casi todos en ruinas o desaparecidos. Los motivos florales sobre los dinteles de las puertas se conservaban,

 

 


 lo mismo que unos ornamentos vegetales sobre la mampostería en la que se insertan las rejas  del balcón,   

 


la ya mencionada guirnalda y,  la misteriosa decoración en alto.

Entre lo perdido una cartela que llevaba muchos años destruida, en lo alto de la línea de las puertas. Digo una cartela y no otra figura más compleja, como un mascarón por ejemplo, porque no quedan restos de hierro que pudieran sostenerlo, ni heridas en los ladrillos provocados por la pérdida.


A los costados del ventanal, hubo dos aderezos verticales, que se disiparon  en el tiempo y de los que ya no sabremos con seguridad que representaban, podemos intuirlo y compartiré mi intuición más adelante.

 


 Lo único que podemos hacer es descartar lo que no hubo, de acuerdo a las marcas que aún se conservan, como velos en la pared.

 


 

Luego, las falsas losas de los balcones, habían perdido prácticamente la mampostería, quedando las vigas desnudas, que avanzan aún hoy, entre nudos de material.

 


También se perdieron, casi por completo molduras horizontales donde crecieron semillas oportunistas.

Un último detalle que habla del descuido que sufría la casa, lo mostraban las celosías herrumbradas.

 



La siguiente foto del 2006, muestra que alguien se ocupó mínimamente de remozarla. Se pintó de blanco los bajos de la casa, las celosías, el contorno en ambas puertas del ventanal y la reja inferior a la seudo puerta.      

                                             Catastro - 1 de noviembre del 2006

Vale consignar, que se trata de una reja moderna de diseño geométrico,  que no guarda parentesco con la central. La tercera puertecita, parece cerrada con una tela, quizás se estaba preparando para ser anulada.

El deterioro de molduras se incrementó.

La tercera foto, es de julio de 2019, pertenece a Google. Lo más llamativo es que las celosías fueron pintadas en color rosado.  La puertita de rejas blancas sigue habilitada. No hay rastro que permita suponer que hubo otros dos ingresos a los bajos.  El deterioro de la ornamentación es prácticamente irrecuperable. 

 


 

En noviembre de 2019, la descubrí, la fotografíe en sus mínimos detalles. Las rejitas blancas que se abrían al presunto sótano se habían convertido en olvido. La mutilada puerta se tapió en toda su altura.

Hay algo curiosísimo, es la primera vez que lo veo en los años que trabajo en urbanismo de Buenos Aires.

La casa ocupa los solares numerados desde el 4040 al 46. La puerta en uso se numera con la chapita correspondiente 4040. Luego entre el ventanal y la medianera con el vecino, en medio de la pared, aparece una segunda chapa, con el número 4046. ¡Insólito!

 



Salvo, que aunque Catastro, haya decidido hacer de cuenta que el subsuelo nunca existió, esa chapita, correspondiera a una de las puertas, que sí estaba reconocida en su momento.

Comenté una decoración atípica. A la altura del remate justo en el linde con la casa vecina, hay un rectángulo que contiene dos sirenas, el paso del tiempo les mutiló algunas partes, un bracito, una trenza, una cola de pez. Pero, en líneas generales este ornamento está muy bien y recuperable.

 


En la zona de Boedo y en sus alrededores, conocí otras sirenas, las más interesantes gracias a mi amiga y colega de investigación: Margarita Paroli. No son un motivo frecuente, lo que me hace sospechar que un mismo constructor, trajinó esa figura simbólica de un punto al otro entre barrios cercanos.   

Pobre Ulises si temía enamorarse de figuras tan feúchas. Justamente las sirenas que se muestran en las fachadas, no seducirían a nadie.



 

Como ven, las sirenas se apoyan con una mano a un escudo central.

Sus antebrazos pasan por debajo de los senos. La manos de cada sirena, sostiene uno de ellos, como exhibiéndolo u ofreciéndolo en su suprema función nutricia. 

La cola que aún existe se vuelve bífida, es habitual en la representación de estos híbridos, una de esas partes forma un caracol, alegoría de inmortalidad.

Los rostros son duros, casi masculinos, si se mira con atención ni la boca ni la mirada son idénticas. La de la izquierda tiene una boca más grande que su compañera y, los labios entreabiertos se arquean hacia abajo, en un gesto adusto. La boca de la sirena que se ve a nuestra derecha es pequeña, también sus labios están entreabiertos. Su mirada se dirige al cielo, con un dejo de súplica o de esperanza en sus ojos ciegos. 

Este ornato está a tiempo de ser restaurado, de reparar la grieta que se abate bajo una de ella y, de eliminar la tensión que la planta que crece, ejerce sobre la otra sirena.

¿Por qué se colocaban figuras antiestéticas en una casa, que ni siquiera alcanzaban la fascinación que provocan los monstruos? 

Los inmigrantes traían sus supersticiones y sus conjuros. Había gran temor a la envidia. No olvidemos que los comitentes eran personas que prosperaban. Estas figuras, creían ellos, protegían contra el mal de ojo.

Ahora bien, las sirenas fueron y son símbolo de lujuria.  Ellas provocaban una atracción fatal. Representaban una advertencia contra la apetencia de la apariencia;  el desvarío  del capricho, la vileza del engaño y la degradación de la envidia.

Ese fue el mensaje que el comitente quiso dar a sus vecinos y visitantes. O quizás no. Era un modelo que el frentista repetía, por añoranza a lo ornatos conocidos en su tierra. Quizás, simplemente logró vendérselo al modesto burgués.

Respecto a las decoraciones verticales junto al ventanal y, basándome en las huellas que quedaron como señales blancas, que asemejan colas de reptiles o de peces, pienso que se trató de figuras, también mitológicas, con fuerte carga simbólica, ya de sirenas o de algún ser monstruoso del imaginario medieval. Éstas no sobresalían, eran livianas y simplemente estaban adosadas a la pared, sin la necesidad del uso de hierros que las sujetaran al muro frontal.

Si fue así, Boedo ha perdido una frente singular. 

Todos sabemos que una casa antigua que se deja caer, es prácticamente imposible de recuperar. Si por dentro se encuentra mantenida como corresponde, su destino será el planchado y vendrá un frente absurdo a reemplazar tanta belleza.

 

© Ana di Cesare

*Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de sus autores.
Mis fotos fueron tomadas el 1 de noviembre del 2019.

 25 de octubre de 2020 ( en el año de la Pandemia)

 


UN MURAL QUE APELA A LA MEMORIA

 

Este mural, que apela a la memoria, lleva años en la esquina NE de Quintino Bocayuva y Constitución.

Se mantiene en un estado impecable, porque nadie se atreve a vandalizarlo. Creo que con facilidad, ha cumplido mucho más de una década en esa ochava.

En honor a la verdad, el arte callejero, o urbano se respeta. 

En Boedo, hay varios ejemplos.

Este tiene una calidad excepción en su desarrollo.

Los recuadros con los rostros muy nítidos, de los desaparecidos por dictadura que Argentina padeció entre 1976 y 1983, van perdiendo nitidez a medida que se acercan a muerte en los vuelos que los arrojarán al río o al mar, aviones que se transmutan en aves. Quizás haya una lectura espiritual en esa transformación. 

El gesto de la mujer tabicada, que se nos presenta en primer plano, no puede ser más impactante.


© Ana di Cesare

*Este artículo se encuentra protegido por las leyes de derecho de autor, se prohíbe su reproducción total o parcial sin la autorización escrita de sus autores.
Mis fotos fueron tomadas el 10 de noviembre del 2019.

 23 de octubre de 2020 ( en el año de la Pandemia)